TRAS LAS HUELLAS DE LOS ROMANOS; LA MINERÍA DEL ORO
TRAS LAS HUELLAS DE LOS ROMANOS; LA MINERÍA DEL ORO
Vamos a emprender un viaje en el que seguiremos los vestigios
que los romanos han dejado en nuestra comunidad. Conoceremos una de las
actividades más importantes, la extracción del oro, el noble metal que
tanto codiciaban los romanos. Nos adentraremos en una de las minas más
representativas de esta actividad y a la vez una de las más
desconocidas. Veremos que la extracción de oro no solo implica una mina,
sino que necesita de otros elementos, como calzadas, centros de control
de la mercancía y numerosos poblados de los que provenían los
trabajadores. Nos espera un interesante camino en busca de las huellas
de los romanos.
Este metal ya era conocido desde la época castreña entre los
cauces del río Eo y Narcea. Diversas piezas de orfebrería encontradas en
esta zona, como diademas, torques o anillos, son fedatarios de que ya
los pueblos anteriores a la llegada de los romanos sabían explotar y
trabajar este metal. Pero es con la llegada de los romanos cuando la
extracción y trabajo de este material se tecnifica y adopta métodos más
desarrollados que conoceremos en profundidad.
Siguiendo el rastro dejado por los romanos y su actividad
minera nos situamos en Tapia de Casariego, municipio del occidente
Asturiano. Vamos a introducirnos en una explotación aurífera costera que
se explotó a finales del siglo I d.C. y durante el siglo II d.C. El
yacimiento se denomina los Lagos de Silva y es un gran desconocido en
cuanto a valor arqueológico. Se sitúa al este de la población de Tapia,
en Salave (T.M. del concejo). Actualmente el complejo se encuentra
invadido por la vegetación y la interpretación del yacimiento es muy
escasa, siendo un breve panel informativo la única referencia. Esto hará
más complicada la labor de investigación, pero, a la par, más
interesante.
EN BUSCA DE INFORMACIÓN
Todo comienza con una búsqueda previa de información sobre el
tema. Tras una visita a la biblioteca y después de consultar alguno de
nuestros libros sobre Historia Antigua ya tenemos las primeras
informaciones.
En primer lugar ya tenemos constancia de la existencia de
algunos restos: dos canales de desagüe, lagunas, zonas pantanosas y
galerías. En segundo sabemos que utilizaban un método de extracción
primario que consiste en lo siguiente: El oro puede encontrarse de dos
maneras distintas; puede aparecer en el interior de masas rocosas, tales
como cuarcita, pizarra o caliza, agrupado en filones o bien disperso en
pequeñas partículas. También puede encontrarse entre filones de cuarzo
en el interior de determinadas rocas, en este caso suscita grandes
problemas a la hora de extraerlo. Estos son los llamados yacimientos
primarios. Si el oro se encuentra fuera de su lugar de origen nos
encontramos con yacimientos secundarios. En nuestro yacimiento se dio el
primer caso y es en el que nos centraremos.
Para obtener oro en estos yacimientos primero se realizaba una
galería bajo la masa rocosa que contuviese oro. Mientras se hacía se iba
a la vez entibando la galería para que no se derrumbase antes de
tiempo. Seguidamente se realizaban hogueras dentro con el objetivo de
calentar la roca. Se buscaban los puntos de fractura y se introducían
cuñas. Con todo esto listo llegaba la parte decisiva. Se abría paso al
agua del embalse y esta era dirigida mediante canales hasta llegar a la
zona deseada. El agua caía sobre la roca y el contraste de temperaturas,
junto a las cuñas hacían que la roca se rompiese. Después se llevaba a
cabo otro vertido de agua para retirar la tierra que pudiese quedar.
Ahora llegaba la dura labor de moler toda la roca para obtener el metal.
A veces, debido a la naturaleza de la roca, el proceso se complicaba un
poco más y era necesario tostar la roca madre y luego lavarla en un
lugar especial para poder extraer el oro. También se colocaban brezos y
haces de ramas entrelazadas en los canales para filtrar el oro.
Si pensamos en que toda la mano de obra de esa época era manual,
esta labor casi se convertía en algo ciclópeo. Este proceso se llama
ruina montium "derrumbe de los montes". Además deducimos la existencia
de un canal de traída de agua para llenar el embalse porque no hay
manantiales ni ríos importantes en las cercanías.
Seguimos buscando información y nos encontramos con que la
cantidad de material removido fueron cuatro millones de metros cúbicos.
En Asturias se estiman unos cincuenta millones de metros cúbicos, es
decir, en este yacimiento se ha removido el 8% del material de Asturias.
Hay que tener en cuenta que obtenían tres gramos y medio de oro por
cada tonelada de material removido, aproximadamente, y dependiendo del
material algo más de un metro cúbico.
La información sigue llegándonos y nuestra sospecha de la
existencia de un canal de traída de agua se confirma. Este medía unos
19km de largo y en su comienzo había una pequeña presa. También hemos
encontrado un mapa en el que se muestra el recorrido de este canal y
podemos situar el embalse que suministraría agua a la explotación en su
final.
Por último hallamos pistas sobre los trabajadores. Se calcula
una población minera mínima de 170 personas y máxima de 260. La mayoría
de estos trabajadores eran indígenas libres que habitaban en los castros
cercanos. Cabe también destacar que la gestión de la ingeniería minera y
de la logística era llevada a cabo por soldados, lo que indica
evidentemente que estos estuvieron asentados aquí, al igual que otros
funcionarios encargados de la administración bajo el mando del
Procurator Metallorum.
Nos hemos servido de un libro de Jorge Camino Mayor Los Castros
Marítimos en Asturias para averiguar más acerca de los asentamientos
que habitaban los trabajadores. Dos de los que más relación tuvieron con
la explotación son el de Castreda y el de Castrello. Ambos se
encuentran en el lado este de la explotación, muy cercanos a ella; el de
Castreda se encuentra prácticamente anexo. Ambos cuentan con un sistema
defensivo más o menos importante, pero están sin excavar, lo que nos
priva de mucha información. Al oeste ,también en la línea costera, pero
un poco más alejado, se encuentra el castro del Toxal, también sin
excavar. De este grupo de castros provenían los trabajadores, pero
existen otros dos cuya función era la de encargarse del transporte de
mercancías. Uno de ellos se sitúa al este de la explotación alejado de
la línea de costa, el castro del Picón de la Coroza. En 2001 fue objeto
de una pequeña excavación con la que se concluyó que se fundó sobre la
Segunda Edad del Hierro. Se encontró también una muralla cuya
disposición se ajusta al perímetro de la corona castreña. Al oeste, y
más alejado que el resto, se encuentra el castro de Esterio.
EL PRIMER ESTUDIO DE CAMPO
Con todos estos elementos sobre la mesa podemos ya desplazarnos
a los lugares de interés para obtener más información y completar
nuestra investigación. Hemos decidido comenzar por los castros para
hacernos una idea de cómo eran. Nos decantamos por uno de los que se
utilizaban como punto de transporte de mercancías, el castro de
Esteiro.
Situado al oeste de Tapia, junto a la playa de la Paloma, este
yacimiento se compone de una sucesión de fosos, contrafosos y parapetos.
A día de hoy solamente se han realizado excavaciones parciales
que han sacado a la luz pruebas evidentes de su romanización, como el
hallazgo de dos monedas del siglo I d.c. A parte de estas monedas se han
sacado a la luz varios molinos circulares, restos de cerámica y una
cabaña de planta circular.
Los motivos de por qué se habitó este espació resultan
evidentes a primera vista. Nos encontramos con un espacio plano en el
que construir resulta sencillo, disponemos de riberas costeras y una
playa de las que obtener alimento; la zona este es bordeada por un
riachuelo que suministra agua y cabe destacar que el emplazamiento es
muy proclive a las actividades agropecuarias.
Remontándonos a época romana, sabemos que la función de este
castro estaba destinada a las rutas comerciales, tanto a las marítimas
-aprovechándose del amplió campo de visión que tiene de toda la costa-
como a las terrestres, que pasaban en esos tiempos por allí.
Cuando nos acercamos, a priori, no vemos ningún indicio de que
el paraje hubiese sido habitado, pero una somera mirada hace revivir los
elementos que una vez formaron parte del poblado. En primer lugar,
vemos campos separados por franjas de arbustos, árboles y maleza; al
acercarnos nos damos cuenta de que en realidad se tratan de trincheras
con cierta profundidad. Efectivamente, estas franjas son partes de los
fosos que han llegado hasta nuestro días.
Actualmente se conservan tramos de los cuatro fosos de la cara
sur. El primero, empezando por la zona exterior, cuenta con una longitud
de 140m y en la parte más cercana al acantilado se aprecia
perfectamente su forma. Lo hemos medido también en ancho y alto siendo
4m y 3m respectivamente las medidas obtenidas. El segundo foso es el que
más salta a la vista, debido al contrafoso que lo bordea; tiene una
longitud de 122m. A causa de estado que presenta su interior, similar al
de los fosos restantes, no hemos podido efectuar las medidas de alto y
ancho. El tercer foso y el cuarto están prácticamente adosados, midiendo
60m el tercero y 20m el cuarto. Todos ellos mueren en el acantilado y
en sus bordes presentan una abundante cantidad de piedra. Se trata del
escombro extraído en su realización. Si tenemos presente la planicie de
todo el territorio aledaño al castro, que deja sin defensa natural al
poblado, entendemos perfectamente el despliegue de medios defensivos.
A parte de estas evidencias, si recorremos el resto del
yacimiento apreciamos zonas más altas, que corresponden a los taludes
defensivos, y de nuevo abundancia de piedras que posiblemente
correspondan a los escombros derivados de la creación de fosos o a las
antiguas construcciones, ya que sabemos que, una vez abandonados, estos
emplazamientos se emplearon como lugares para guardar el ganado o como
canteras de piedra aprovechando las utilizadas en las cabañas y demás
construcciones.
Foso uno |
Con este primer estudio de campo concluido, gracias al cual
hemos conseguido comprender un poco mejor estos puntos de control de
transporte, es hora ya de equiparse y dirigirse a la explotación.
Antes de adentrarnos es preciso hacer un pequeño plan para
poder centrarnos mejor en los puntos de interés y sacarle el mayor
partido posible. Puesto que no hay ninguna información acerca de los
elementos del interior del complejo, nuestro principal objetivo es
terminar con este vacío informativo, lo que nos lleva a adoptar el
siguiente procedimiento. En primer lugar intentaremos encontrar el
elemento a estudiar para posteriormente marcar su situación mediante
GPS, con la idea de elaborar un mapa del yacimiento. Hecho esto,
realizaremos anotaciones sobre el entorno y sobre la forma. Pasaremos
después a tomar fotografías desde todas las perspectivas para crear un
archivo fotográfico que podamos consultar. Estudiado y fotografiado,
pasaremos a describirlo. Acto seguido tomaremos medidas y realizaremos
un croquis.
Una vez que tenemos claro cómo proceder nuestro siguiente paso,
antes de que comience la acción, consiste en aclarar los puntos que
vamos a encontrar. El canal de desagüe, buscar zonas modificadas por el
ruina montium, hallar alguna estructura más y delimitar el yacimiento
así como realizar un mapa del mismo son nuestros principales objetivos.LA HORA DE LA VERDAD
Es ahora cuando nos vamos a adentrar de lleno en la mina de oro, vamos a conocer de primera mano cómo se realizaba la explotación.
Antes de emprender la pequeña marcha desde Tapia al yacimiento
de Salave nos disponemos a preparar nuestros equipos. La libreta,
folios, bolígrafos, la cámara de fotos, el GPS, metros y una fina cuerda
van a ser los instrumentos con los que carguemos nuestras mochilas.
Preparados ya con la ropa que creemos adecuada para adentrarnos en no
sabemos muy bien dónde comenzamos el camino.
MIDIENDO LA ZONA
Nuestro primer objetivo consiste en tomar medidas de altitud
con el GPS en diferentes puntos del yacimiento. Este proceso, mecánico y
algo tedioso, nos permite tomar la altitud en los puntos que habíamos
establecido previamente y anotarlas en nuestras libretas. Con esto
estábamos dando el primer paso para realizar un mapa del yacimiento y
delimitar las zonas de la explotación en base a su altitud.
Con este procedimientos concluimos que la zona en la que se
aplicó la ruina montium cuenta con casi 500m de largo y 200 de ancho,
obviamente, al ser fruto de ese método, presenta unos límites muy
irregulares. La altura de los alrededores de esta zona oscila entre los
38m y 40m, mientras que en la zona de ruina montium nos encontramos con
una altitud mínima de 20 metros. Es decir, sobre el terreno primigenio
se ha realizado un enorme socavón con una profundidad máxima de 20m.
Evidentemente, el interior de esta horadación no es regular, mostrando
oscilaciones de altura entre 20m y 30m. Es importante destacar la
presencia de un espacio central que no se explotó. Tiene el aspecto de
una especie de isleta situada en medio del gran agujero; cuenta con una
altitud de 40m, es decir mantiene la misma altitud que el terreno
original.
NOS ENCONTRAMOS CON EL PRIMER PROBLEMA
Cumplido ya nuestro primer objetivo nos disponemos a comenzar
la búsqueda e identificación de estructuras. Para comenzar con buen píe
nos encontramos con algo que se sale de los esquemas.
Sabíamos de la existencia de canales de desagüe en la zona de
ruina montium, es decir dentro del agujero. Su posición en la zona más
profunda es pura lógica, estos necesitan estar en la posición más baja
para poder evacuar el agua. Pero lo que teníamos delante de nosotros no
encajaba con esto. Nos encontramos con un canal en la zona de terreno
original, es decir, a 40 m de altura, lo que inmediatamente nos indica
que no funciona como canal de desagüe. Nos disponemos a medir su
longitud y a situarlo con la ayuda del GPS. Se conservan casi 400m de
este canal, pero su comienzo no se puede establecer ya que llega un
momento en el que está enterrado por una finca. Muere en el mar y es en
este tramo final donde efectuamos el proceso de medida.
Para conseguir las cifras de su profundidad extendemos una
cuerda de lado a lado, fijamos un metro al centro de la misma y,
empleando unos árboles, la elevamos a modo de puente entre los dos
flancos. Resulta tener una profundidad de 3,45m. Tiene forma de v, pero
su base no termina en vértice sino que es llana, además los lados no
caen en vertiente sino que terminan en línea recta. Siguiendo con el
procedimiento lo fotografiamos.
Mientras lo describimos apreciamos en el lado este del canal
una especie de escalón. Esta hecho con cantos rodados de mediano tamaño y
colocados sin argamasa. Procedemos a medirlo. Cuenta con 140cm de largo
y 20 de alto. Parece un simple escalón, hecho sin más para pasar de un
lado a otro del canal, es decir posiblemente fuesen piedras colocadas
allí con el fin de indicar un camino de reciente construcción, pero hay
más. Tapado por la vegetación encontramos un auténtico muro de
mampostería. Estaba hecho con cantos rodados colocados a hueso (sin
argamasa). El tramo que descubrimos mide 4m de largo y 80cm de alto, el
escalón era por tanto un tramo más bajo de este muro. Posiblemente haya
tenido una altura constante de 80cm, pero el paso del tiempo y el
abandono lo ha dejado así. A parte de estos cuatro metros hemos
encontrado al menos otros tres metros más que aún están tapados por la
vegetación. A pesar de todos estos hallazgos y mediciones su función
sigue siendo un misterio, pero tras una vuelta a los libros y al trabajo
de investigación hemos elaborado una hipótesis bastante aceptable.
Teniendo en cuenta que no se encuentra a la altitud apropiada
para ser un canal de desagüe, que su recorrido apunta directamente a la
zona en la que estaba el embalse central y que desemboca en el mar
concluimos que se trata de un lavadero de oro, o como sus explotadores
lo llamaban, agoga. Tenemos constancia, al estudiar el método de
extracción, que muchas veces era necesario tostar la roca y lavarla para
extraer el oro lo que supone la existencia de estos canales de lavado.
Por último nos apoyamos en la existencia de otros lavaderos de oro en la
proximidades (Porcia).
EL CANAL DE DESAGÜE
Nos dirigimos hacía el canal de desagüe; hemos encontrado
información de la existencia de dos canales, pero solo uno de ellos se
encuentra íntegramente conservado. Cuando pensábamos en el canal de
desagüe nos imaginábamos una especie de zanja llena de maleza y sin nada
que destacar, pero por suerte nos equivocábamos.
Comenzamos midiendo el largo del canal, que son 300m. Al
medirlo nos dimos cuenta que no era una zanja hecha de cualquier manera.
Estaba perfectamente diseñado y en gran parte de su recorrido contaba
con muros de mampostería a ambos lados, que aseguraban su estabilidad
para que no se derrumbasen las paredes con el paso del agua. Esta
especie de escollera estaba realizaba a varias alturas y construida
mediante talud y tablero. Además todo el tramo empedrado cuenta con un
camino en uno de sus tableros que permite que una persona camine
cómodamente por él. La finalidad del mismo sería la de permitir recorrer
su longitud a los trabajadores de la mina. Este esquema esta presente
en algo más de 170 metros. En la parte en la cual el muro-talud deja
paso a un canal más ancho y sin estructura perfectamente definida
encontramos un tramo muy bien conservado que estudiamos un poco más en
profundidad. Gracias a este fragmento podemos hacernos una idea del
aspecto original del resto de canal.
En este tramo el canal cuenta con una profundidad máxima de
360cm. Dos son las características que llama nuestra atención; por un
lado no presenta la esperada forma en v, sino que las dos paredes
adoptan forma escalonada utilizando la construcción talud tablero;
cuatro escalones en el lado izquierdo y tres en el derecho (croquis) y
por otro lado las dos paredes estaba cubiertas por muro de piedra.
Vamos a profundizar ahora en la forma de este tramo. Como hemos
dicho, la pared del lado este cuenta con cuatro escalones y la pared
oeste con tres. Ambas paredes parten de un fondo de canal plano con un
ancho de 160cm. Tanto el primer escalón este como el oeste se alzan
sobre los lados del fondo del canal con una altura de 110cm. Siguiendo
por el lado oeste, este primer escalón cuenta con una anchura de 90cm y
se presenta a modo de camino para recorrer la longitud del canal,
utilidad práctica a la hora de revisarlo y controlar los filtros que
recogen las partículas de oro. Tras este escalón, con una diferencia de
altura de 60cm, aparece otro cuya anchura es también 60cm. El que viene
ahora se encuentra un poco deformado pero aún se distingue, tiene una
altura de 35cm y un ancho de 50cm. Terminando ya, en la pared izquierda,
aparece un último desnivel de 44cm.
Nos disponemos ahora a analizar la pared oeste. Tras el primer
escalón(ya mencionado), que presenta una superficie irregular y
deformada, nos encontramos con un desnivel de 196cm que es seguido de
otra especie de camino lateral de 100cm de ancho. Acompañando este
camino hace presencia un escalón de 47cm de altura. Toda esta estructura
se encuentra realizada sobre la propia tierra que se cubre con un muro
de mampostería con la piedra colocada, en principio, a hueso.
ADENTRÁNDONOS EN LA GALERÍA
Seguimos la dirección hacia el noreste del canal y una cosa es
evidente, para poder desembocar en el mar y salvar la barrera de roca
que había en medio era necesario realizar una galería a modo de cloaca.
Allí estaba, el curso de agua se adentraba en una oquedad de la roca. La
forma de la boca recuerda a un triángulo irregular y su tamaño es más
bien pequeño; 160cm de base y 128 en su apertura máxima. Alumbramos con
nuestras linternas hacia adentro y la cosa cambia, el interior parecía
mucho más grande. Aprovechando que no discurre mucha agua decidimos
entrar a examinarla. Nos equipamos con lo necesario y dejamos nuestras
mochilas fuera para que no entorpezcan nuestros movimientos. La entrada
no es muy cómoda, hay que agacharse bastante hasta casi entrar gateando y
es una sensación algo claustrofóbica que desaparece tras cruzar el
umbral. Tras descender por una especie de pequeña cuesta de dos metros
de largo nos encontramos con una galería que recuerda a una bóveda de
cañón; mide 230cm de alto y 130cm de ancho. En su interior abunda el
material férreo, incluso hay estalactitas de ese material. Existen
también estalactitas y estalagmitas comunes. El recorrido de 76m de
largo presenta una continua y ligera pendiente. En su interior hemos
encontrado restos de cerámica, pero todo apunta a que sean de origen
actual. Hacia la mitad más o menos nos encontramos con una especie de
cúpula de altitud considerable. El motivo de la presencia de tal
oquedad, que rompe con el esquema del resto de la galería, puede ser un
desprendimiento durante su construcción o durante el periodo de
explotación. Si consideramos este último nos podemos hacer una idea del
trastorno que causó al no poder ser evacuada el agua por ese canal y la
urgencia que constituyó llevar a cabo la reparación. Pasada esta parte,
la galería comienza a disminuir su altitud en algo más de un metro, sin
embargo la anchura y la forma que recuerda a una bóveda de cañón siguen
constantes. Finalmente la galería muere en el acantilado de la playa del
Figo a no mucha altitud de esta. En todo el recorrido, y más aún en el
tramo posterior a la cúpula central, se aprecian claramente en la pared
las huellas de los picos empleados para su excavación.
BUSCÁNDO MÁS INDICIOS DEL MÉTODO EXTRACTIVO
Ya habíamos dado cuenta de los efectos del método ruina montium
cuando efectuamos las medidas y establecimos sus límites, pero
queríamos ir más allá, queríamos encontrar restos de alguna de las
galerías utilizadas en este proceso. Mientras caminamos en su búsqueda
las evidencias en el terreno eran cada vez mayores. Toda la zona
circundante es llana y regular mientras que ahora caminamos por un
terreno lleno de bajadas y subidas, grandes taludes y pequeños valles,
todo hecho por los romanos y sus técnicas de extracción.
Cerca de la zona pantanosa, lugar en el que se aprecian muy
bien las paredes de este agujero, nos desviamos por un camino y allí
encontramos una de las galerías utilizadas para derrumbar masas rocosas.
En esa misma zona y desviándonos por otro sendero hallamos otra más,
pero estas no son las únicas. Cerca del comienzo de canal de desagüe hay
otra más, también en esa zona encontramos grandes bloques de roca
granítica fracturados del resto, otro efecto del método. Siguiendo un
camino que discurre paralelo al canal y divido por la isleta mencionada
al principio, encontramos otra galería y más efectos de la minería
romana; terreno pantanoso, pequeños valles, rocas movidas...
Analizando todas estas galerías concluimos que una de sus
características es su poca profundidad, cerca de dos metros, y su
notable anchura, que es mayor que su altura. Esto nos indica que son los
fondos de la galerías utilizadas para el derrumbe. De todos modos esas
galerías integras no eran muy profundas ya que su función era la de
conseguir derribar la roca que estaba encima de ellas. También nos
indican los puntos de explotación dentro del yacimiento.
NUESTRO ÚLTIMO HALLAZGO
Muy cansados de tanto caminar, sacar fotografías y realizar
anotaciones nos dirigimos a la playa cercana a comer y recuperarnos un
poco. Pero allí nos encontramos con algo más. A unos metros de la salida
de la galería del canal de desagüe apreciamos, a nivel de playa, algo
muy interesante. Integrado en el acantilado hay una especie de túnel
tapado parcialmente por las rocas, con la misma forma y medidas
similares a las del tramo final de la galería de desagüe, además tiene
las mismas marcas, resultado de su excavación mediante picos.
Posiblemente se trate de la salida del canal dos.
TERMINAMOS LA JORNADA
Termina aquí nuestro camino siguiendo las huellas de los
romanos. Aunque queda mucho aún que descubrir e investigar por parte de
los arqueólogos, hemos conocido de primera mano una explotación minera
del siglo II d.C. y recorrido sus partes más importantes: el lavadero,
el canal de desagüe y su galería; hemos conocido los puntos de
extracción y los efectos del método extractivo y hemos encontrado la
salida del canal dos; hemos estado en uno de los centros de control de
mercancías y nos hemos dado cuenta de la magnitud de esta labor
extractiva y la organización que requería. Sin duda un interesante viaje
que nos ha hecho volver al pasado y encontrarnos con la sociedad de la
que provenimos.
Redacción: Jesús Fernández López
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