sábado, 26 de octubre de 2013

TRAS LAS HUELLAS DE LOS ROMANOS; LA MINERÍA DEL ORO

TRAS LAS HUELLAS DE LOS ROMANOS; LA MINERÍA DEL ORO

TRAS LAS HUELLAS DE LOS ROMANOS; LA MINERÍA DEL ORO 

Vamos a emprender un viaje en el que seguiremos los vestigios que los romanos han dejado en nuestra comunidad. Conoceremos una de las actividades más importantes, la extracción del oro, el noble metal que tanto codiciaban los romanos. Nos adentraremos en una de las minas más representativas de esta actividad y a la vez una de las más desconocidas. Veremos que la extracción de oro no solo implica una mina, sino que necesita de otros elementos, como calzadas, centros de control de la mercancía y numerosos poblados de los que provenían los trabajadores. Nos espera un interesante camino en busca de las huellas de los romanos.
 Este metal ya era conocido desde la época castreña entre los cauces del río Eo y Narcea. Diversas piezas de orfebrería encontradas en esta zona, como diademas, torques o anillos, son fedatarios de que ya los pueblos anteriores a la llegada de los romanos sabían explotar y trabajar este metal. Pero es con la llegada de los romanos cuando la extracción y trabajo de este material se tecnifica y adopta métodos más desarrollados que conoceremos en profundidad.
 Siguiendo el rastro dejado por los romanos y su actividad minera nos situamos en Tapia de Casariego, municipio del occidente Asturiano. Vamos a introducirnos en una explotación aurífera costera que se explotó a finales del siglo I d.C. y durante el siglo II d.C. El yacimiento se denomina los Lagos de Silva y es un gran desconocido en cuanto a valor arqueológico. Se sitúa al este de la población de Tapia, en Salave (T.M. del concejo). Actualmente el complejo se encuentra invadido por la vegetación y la interpretación del yacimiento es muy escasa, siendo un breve panel informativo la única referencia. Esto hará más complicada la labor de investigación, pero, a la par, más interesante.
 EN BUSCA DE INFORMACIÓN 

Todo comienza con una búsqueda previa de información sobre el tema. Tras una visita a la biblioteca y después de consultar alguno de nuestros libros sobre Historia Antigua ya tenemos las primeras informaciones.
 En primer lugar ya tenemos constancia de la existencia de algunos restos: dos canales de desagüe, lagunas, zonas pantanosas y galerías. En segundo sabemos que utilizaban un método de extracción primario que consiste en lo siguiente: El oro puede encontrarse de dos maneras distintas; puede aparecer en el interior de masas rocosas, tales como cuarcita, pizarra o caliza, agrupado en filones o bien disperso en pequeñas partículas. También puede encontrarse entre filones de cuarzo en el interior de determinadas rocas, en este caso suscita grandes problemas a la hora de extraerlo. Estos son los llamados yacimientos primarios. Si el oro se encuentra fuera de su lugar de origen nos encontramos con yacimientos secundarios. En nuestro yacimiento se dio el primer caso y es en el que nos centraremos.
 Para obtener oro en estos yacimientos primero se realizaba una galería bajo la masa rocosa que contuviese oro. Mientras se hacía se iba a la vez entibando la galería para que no se derrumbase antes de tiempo. Seguidamente se realizaban hogueras dentro con el objetivo de calentar la roca. Se buscaban los puntos de fractura y se introducían cuñas. Con todo esto listo llegaba la parte decisiva. Se abría paso al agua del embalse y esta era dirigida mediante canales hasta llegar a la zona deseada. El agua caía sobre la roca y el contraste de temperaturas, junto a las cuñas hacían que la roca se rompiese. Después se llevaba a cabo otro vertido de agua para retirar la tierra que pudiese quedar. Ahora llegaba la dura labor de moler toda la roca para obtener el metal. A veces, debido a la naturaleza de la roca, el proceso se complicaba un poco más y era necesario tostar la roca madre y luego lavarla en un lugar especial para poder extraer el oro. También se colocaban brezos y haces de ramas entrelazadas en los canales para filtrar el oro.
Si pensamos en que toda la mano de obra de esa época era manual, esta labor casi se convertía en algo ciclópeo. Este proceso se llama ruina montium "derrumbe de los montes". Además deducimos la existencia de un canal de traída de agua para llenar el embalse porque no hay manantiales ni ríos importantes en las cercanías.
 Seguimos buscando información y nos encontramos con que la cantidad de material removido fueron cuatro millones de metros cúbicos. En Asturias se estiman unos cincuenta millones de metros cúbicos, es decir, en este yacimiento se ha removido el 8% del material de Asturias. Hay que tener en cuenta que obtenían tres gramos y medio de oro por cada tonelada de material removido, aproximadamente, y dependiendo del material algo más de un metro cúbico.
 La información sigue llegándonos y nuestra sospecha de la existencia de un canal de traída de agua se confirma. Este medía unos 19km de largo y en su comienzo había una pequeña presa. También hemos encontrado un mapa en el que se muestra el recorrido de este canal y podemos situar el embalse que suministraría agua a la explotación en su final.
 Por último hallamos pistas sobre los trabajadores. Se calcula una población minera mínima de 170 personas y máxima de 260. La mayoría de estos trabajadores eran indígenas libres que habitaban en los castros cercanos. Cabe también destacar que la gestión de la ingeniería minera y de la logística era llevada a cabo por soldados, lo que indica evidentemente que estos estuvieron asentados aquí, al igual que otros funcionarios encargados de la administración bajo el mando del Procurator Metallorum.
 Nos hemos servido de un libro de Jorge Camino Mayor Los Castros Marítimos en Asturias para averiguar más acerca de los asentamientos que habitaban los trabajadores. Dos de los que más relación tuvieron con la explotación son el de Castreda y el de Castrello. Ambos se encuentran en el lado este de la explotación, muy cercanos a ella; el de Castreda se encuentra prácticamente anexo. Ambos cuentan con un sistema defensivo más o menos importante, pero están sin excavar, lo que nos priva de mucha información. Al oeste ,también en la línea costera, pero un poco más alejado, se encuentra el castro del Toxal, también sin excavar. De este grupo de castros provenían los trabajadores, pero existen otros dos cuya función era la de encargarse del transporte de mercancías. Uno de ellos se sitúa al este de la explotación alejado de la línea de costa, el castro del Picón de la Coroza. En 2001 fue objeto de una pequeña excavación con la que se concluyó que se fundó sobre la Segunda Edad del Hierro. Se encontró también una muralla cuya disposición se ajusta al perímetro de la corona castreña. Al oeste, y más alejado que el resto, se encuentra el castro de Esterio.
 EL PRIMER ESTUDIO DE CAMPO
 Con todos estos elementos sobre la mesa podemos ya desplazarnos a los lugares de interés para obtener más información y completar nuestra investigación. Hemos decidido comenzar por los castros para hacernos una idea de cómo eran. Nos decantamos por uno de los que se utilizaban como punto de transporte de mercancías, el castro de Esteiro.
Situado al oeste de Tapia, junto a la playa de la Paloma, este yacimiento se compone de una sucesión de fosos, contrafosos y parapetos.
 A día de hoy solamente se han realizado excavaciones parciales que han sacado a la luz pruebas evidentes de su romanización, como el hallazgo de dos monedas del siglo I d.c. A parte de estas monedas se han sacado a la luz varios molinos circulares, restos de cerámica y una cabaña de planta circular.
 Los motivos de por qué se habitó este espació resultan evidentes a primera vista. Nos encontramos con un espacio plano en el que construir resulta sencillo, disponemos de riberas costeras y una playa de las que obtener alimento; la zona este es bordeada por un riachuelo que suministra agua y cabe destacar que el emplazamiento es muy proclive a las actividades agropecuarias.
 Remontándonos a época romana, sabemos que la función de este castro estaba destinada a las rutas comerciales, tanto a las marítimas -aprovechándose del amplió campo de visión que tiene de toda la costa- como a las terrestres, que pasaban en esos tiempos por allí.
Cuando nos acercamos, a priori, no vemos ningún indicio de que el paraje hubiese sido habitado, pero una somera mirada hace revivir los elementos que una vez formaron parte del poblado. En primer lugar, vemos campos separados por franjas de arbustos, árboles y maleza; al acercarnos nos damos cuenta de que en realidad se tratan de trincheras con cierta profundidad. Efectivamente, estas franjas son partes de los fosos que han llegado hasta nuestro días.
 Actualmente se conservan tramos de los cuatro fosos de la cara sur. El primero, empezando por la zona exterior, cuenta con una longitud de 140m y en la parte más cercana al acantilado se aprecia perfectamente su forma. Lo hemos medido también en ancho y alto siendo 4m y 3m respectivamente las medidas obtenidas. El segundo foso es el que más salta a la vista, debido al contrafoso que lo bordea; tiene una longitud de 122m. A causa de estado que presenta su interior, similar al de los fosos restantes, no hemos podido efectuar las medidas de alto y ancho. El tercer foso y el cuarto están prácticamente adosados, midiendo 60m el tercero y 20m el cuarto. Todos ellos mueren en el acantilado y en sus bordes presentan una abundante cantidad de piedra. Se trata del escombro extraído en su realización. Si tenemos presente la planicie de todo el territorio aledaño al castro, que deja sin defensa natural al poblado, entendemos perfectamente el despliegue de medios defensivos.
A parte de estas evidencias, si recorremos el resto del yacimiento apreciamos zonas más altas, que corresponden a los taludes defensivos, y de nuevo abundancia de piedras que posiblemente correspondan a los escombros derivados de la creación de fosos o a las antiguas construcciones, ya que sabemos que, una vez abandonados, estos emplazamientos se emplearon como lugares para guardar el ganado o como canteras de piedra aprovechando las utilizadas en las cabañas y demás construcciones.

Foso uno
 PREPARÁNDONOS PARA LA ACCIÓN
 Con este primer estudio de campo concluido, gracias al cual hemos conseguido comprender un poco mejor estos puntos de control de transporte, es hora ya de equiparse y dirigirse a la explotación.
 Antes de adentrarnos es preciso hacer un pequeño plan para poder centrarnos mejor en los puntos de interés y sacarle el mayor partido posible. Puesto que no hay ninguna información acerca de los elementos del interior del complejo, nuestro principal objetivo es terminar con este vacío informativo, lo que nos lleva a adoptar el siguiente procedimiento. En primer lugar intentaremos encontrar el elemento a estudiar para posteriormente marcar su situación mediante GPS, con la idea de elaborar un mapa del yacimiento. Hecho esto, realizaremos anotaciones sobre el entorno y sobre la forma. Pasaremos después a tomar fotografías desde todas las perspectivas para crear un archivo fotográfico que podamos consultar. Estudiado y fotografiado, pasaremos a describirlo. Acto seguido tomaremos medidas y realizaremos un croquis.
 Una vez que tenemos claro cómo proceder nuestro siguiente paso, antes de que comience la acción, consiste en aclarar los puntos que vamos a encontrar. El canal de desagüe, buscar zonas modificadas por el ruina montium, hallar alguna estructura más y delimitar el yacimiento así como realizar un mapa del mismo son nuestros principales objetivos.
 LA HORA DE LA VERDAD
 Es ahora cuando nos vamos a adentrar de lleno en la mina de oro, vamos a conocer de primera mano cómo se realizaba la explotación.
 Antes de emprender la pequeña marcha desde Tapia al yacimiento de Salave nos disponemos a preparar nuestros equipos. La libreta, folios, bolígrafos, la cámara de fotos, el GPS, metros y una fina cuerda van a ser los instrumentos con los que carguemos nuestras mochilas. Preparados ya con la ropa que creemos adecuada para adentrarnos en no sabemos muy bien dónde comenzamos el camino.
MIDIENDO LA ZONA
 Nuestro primer objetivo consiste en tomar medidas de altitud con el GPS en diferentes puntos del yacimiento. Este proceso, mecánico y algo tedioso, nos permite tomar la altitud en los puntos que habíamos establecido previamente y anotarlas en nuestras libretas. Con esto estábamos dando el primer paso para realizar un mapa del yacimiento y delimitar las zonas de la explotación en base a su altitud.
 Con este procedimientos concluimos que la zona en la que se aplicó la ruina montium cuenta con casi 500m de largo y 200 de ancho, obviamente, al ser fruto de ese método, presenta unos límites muy irregulares. La altura de los alrededores de esta zona oscila entre los 38m y 40m, mientras que en la zona de ruina montium nos encontramos con una altitud mínima de 20 metros. Es decir, sobre el terreno primigenio se ha realizado un enorme socavón con una profundidad máxima de 20m. Evidentemente, el interior de esta horadación no es regular, mostrando oscilaciones de altura entre 20m y 30m. Es importante destacar la presencia de un espacio central que no se explotó. Tiene el aspecto de una especie de isleta situada en medio del gran agujero; cuenta con una altitud de 40m, es decir mantiene la misma altitud que el terreno original.
 NOS ENCONTRAMOS CON EL PRIMER PROBLEMA

 Cumplido ya nuestro primer objetivo nos disponemos a comenzar la búsqueda e identificación de estructuras. Para comenzar con buen píe nos encontramos con algo que se sale de los esquemas.
 Sabíamos de la existencia de canales de desagüe en la zona de ruina montium, es decir dentro del agujero. Su posición en la zona más profunda es pura lógica, estos necesitan estar en la posición más baja para poder evacuar el agua. Pero lo que teníamos delante de nosotros no encajaba con esto. Nos encontramos con un canal en la zona de terreno original, es decir, a 40 m de altura, lo que inmediatamente nos indica que no funciona como canal de desagüe. Nos disponemos a medir su longitud y a situarlo con la ayuda del GPS. Se conservan casi 400m de este canal, pero su comienzo no se puede establecer ya que llega un momento en el que está enterrado por una finca. Muere en el mar y es en este tramo final donde efectuamos el proceso de medida.
 Para conseguir las cifras de su profundidad extendemos una cuerda de lado a lado, fijamos un metro al centro de la misma y, empleando unos árboles, la elevamos a modo de puente entre los dos flancos. Resulta tener una profundidad de 3,45m. Tiene forma de v, pero su base no termina en vértice sino que es llana, además los lados no caen en vertiente sino que terminan en línea recta. Siguiendo con el procedimiento lo fotografiamos.
 Mientras lo describimos apreciamos en el lado este del canal una especie de escalón. Esta hecho con cantos rodados de mediano tamaño y colocados sin argamasa. Procedemos a medirlo. Cuenta con 140cm de largo y 20 de alto. Parece un simple escalón, hecho sin más para pasar de un lado a otro del canal, es decir posiblemente fuesen piedras colocadas allí con el fin de indicar un camino de reciente construcción, pero hay más. Tapado por la vegetación encontramos un auténtico muro de mampostería. Estaba hecho con cantos rodados colocados a hueso (sin argamasa). El tramo que descubrimos mide 4m de largo y 80cm de alto, el escalón era por tanto un tramo más bajo de este muro. Posiblemente haya tenido una altura constante de 80cm, pero el paso del tiempo y el abandono lo ha dejado así. A parte de estos cuatro metros hemos encontrado al menos otros tres metros más que aún están tapados por la vegetación. A pesar de todos estos hallazgos y mediciones su función sigue siendo un misterio, pero tras una vuelta a los libros y al trabajo de investigación hemos elaborado una hipótesis bastante aceptable.
 Teniendo en cuenta que no se encuentra a la altitud apropiada para ser un canal de desagüe, que su recorrido apunta directamente a la zona en la que estaba el embalse central y que desemboca en el mar concluimos que se trata de un lavadero de oro, o como sus explotadores lo llamaban, agoga. Tenemos constancia, al estudiar el método de extracción, que muchas veces era necesario tostar la roca y lavarla para extraer el oro lo que supone la existencia de estos canales de lavado. Por último nos apoyamos en la existencia de otros lavaderos de oro en la proximidades (Porcia).
 EL CANAL DE DESAGÜE
 Nos dirigimos hacía el canal de desagüe; hemos encontrado información de la existencia de dos canales, pero solo uno de ellos se encuentra íntegramente conservado. Cuando pensábamos en el canal de desagüe nos imaginábamos una especie de zanja llena de maleza y sin nada que destacar, pero por suerte nos equivocábamos.
 Comenzamos midiendo el largo del canal, que son 300m. Al medirlo nos dimos cuenta que no era una zanja hecha de cualquier manera. Estaba perfectamente diseñado y en gran parte de su recorrido contaba con muros de mampostería a ambos lados, que aseguraban su estabilidad para que no se derrumbasen las paredes con el paso del agua. Esta especie de escollera estaba realizaba a varias alturas y construida mediante talud y tablero. Además todo el tramo empedrado cuenta con un camino en uno de sus tableros que permite que una persona camine cómodamente por él. La finalidad del mismo sería la de permitir recorrer su longitud a los trabajadores de la mina. Este esquema esta presente en algo más de 170 metros. En la parte en la cual el muro-talud deja paso a un canal más ancho y sin estructura perfectamente definida encontramos un tramo muy bien conservado que estudiamos un poco más en profundidad. Gracias a este fragmento podemos hacernos una idea del aspecto original del resto de canal.
 En este tramo el canal cuenta con una profundidad máxima de 360cm. Dos son las características que llama nuestra atención; por un lado no presenta la esperada forma en v, sino que las dos paredes adoptan forma escalonada utilizando la construcción talud tablero; cuatro escalones en el lado izquierdo y tres en el derecho (croquis) y por otro lado las dos paredes estaba cubiertas por muro de piedra.
 Vamos a profundizar ahora en la forma de este tramo. Como hemos dicho, la pared del lado este cuenta con cuatro escalones y la pared oeste con tres. Ambas paredes parten de un fondo de canal plano con un ancho de 160cm. Tanto el primer escalón este como el oeste se alzan sobre los lados del fondo del canal con una altura de 110cm. Siguiendo por el lado oeste, este primer escalón cuenta con una anchura de 90cm y se presenta a modo de camino para recorrer la longitud del canal, utilidad práctica a la hora de revisarlo y controlar los filtros que recogen las partículas de oro. Tras este escalón, con una diferencia de altura de 60cm, aparece otro cuya anchura es también 60cm. El que viene ahora se encuentra un poco deformado pero aún se distingue, tiene una altura de 35cm y un ancho de 50cm. Terminando ya, en la pared izquierda, aparece un último desnivel de 44cm.
 Nos disponemos ahora a analizar la pared oeste. Tras el primer escalón(ya mencionado), que presenta una superficie irregular y deformada, nos encontramos con un desnivel de 196cm que es seguido de otra especie de camino lateral de 100cm de ancho. Acompañando este camino hace presencia un escalón de 47cm de altura. Toda esta estructura se encuentra realizada sobre la propia tierra que se cubre con un muro de mampostería con la piedra colocada, en principio, a hueso.
ADENTRÁNDONOS EN LA GALERÍA
 Seguimos la dirección hacia el noreste del canal y una cosa es evidente, para poder desembocar en el mar y salvar la barrera de roca que había en medio era necesario realizar una galería a modo de cloaca. Allí estaba, el curso de agua se adentraba en una oquedad de la roca. La forma de la boca recuerda a un triángulo irregular y su tamaño es más bien pequeño; 160cm de base y 128 en su apertura máxima. Alumbramos con nuestras linternas hacia adentro y la cosa cambia, el interior parecía mucho más grande. Aprovechando que no discurre mucha agua decidimos entrar a examinarla.  Nos equipamos con lo necesario y dejamos nuestras mochilas fuera para que no entorpezcan nuestros movimientos. La entrada no es muy cómoda, hay que agacharse bastante hasta casi entrar gateando y es una sensación algo claustrofóbica que desaparece tras cruzar el umbral. Tras descender por una especie de pequeña cuesta de dos metros de largo nos encontramos con una galería que recuerda a una bóveda de cañón; mide 230cm de alto y 130cm de ancho. En su interior abunda el material férreo, incluso hay estalactitas de ese material. Existen también estalactitas y estalagmitas comunes. El recorrido de 76m de largo presenta una continua y ligera pendiente. En su interior hemos encontrado restos de cerámica, pero todo apunta a que sean de origen actual. Hacia la mitad más o menos nos encontramos con una especie de cúpula de altitud considerable. El motivo de la presencia de tal oquedad, que rompe con el esquema del resto de la galería, puede ser un desprendimiento durante su construcción o durante el periodo de explotación. Si consideramos este último nos podemos hacer una idea del trastorno que causó al no poder ser evacuada el agua por ese canal y la urgencia que constituyó llevar a cabo la reparación. Pasada esta parte, la galería comienza a disminuir su altitud en algo más de un metro, sin embargo la anchura y la forma que recuerda a una bóveda de cañón siguen constantes. Finalmente la galería muere en el acantilado de la playa del Figo a no mucha altitud de esta. En todo el recorrido, y más aún en el tramo posterior a la cúpula central, se aprecian claramente en la pared las huellas de los picos empleados para su excavación.
 BUSCÁNDO MÁS INDICIOS DEL MÉTODO EXTRACTIVO
 Ya habíamos dado cuenta de los efectos del método ruina montium cuando efectuamos las medidas y establecimos sus límites, pero queríamos ir más allá, queríamos encontrar restos de alguna de las galerías utilizadas en este proceso. Mientras caminamos en su búsqueda las evidencias en el terreno eran cada vez mayores. Toda la zona circundante es llana y regular mientras que ahora caminamos por un terreno lleno de bajadas y subidas, grandes taludes y pequeños valles, todo hecho por los romanos y sus técnicas de extracción.
 Cerca de la zona pantanosa, lugar en el que se aprecian muy bien las paredes de este agujero, nos desviamos por un camino y allí encontramos una de las galerías utilizadas para derrumbar masas rocosas. En esa misma zona y desviándonos por otro sendero hallamos otra más, pero estas no son las únicas. Cerca del comienzo de canal de desagüe hay otra más, también en esa zona encontramos grandes bloques de roca granítica fracturados del resto, otro efecto del método. Siguiendo un camino que discurre paralelo al canal y divido por la isleta mencionada al principio, encontramos otra galería y más efectos de la minería romana; terreno pantanoso, pequeños valles, rocas movidas...
 Analizando todas estas galerías concluimos que una de sus características es su poca profundidad, cerca de dos metros, y su notable anchura, que es mayor que su altura. Esto nos indica que son los fondos de la galerías utilizadas para el derrumbe. De todos modos esas galerías integras no eran muy profundas ya que su función era la de conseguir derribar la roca que estaba encima de ellas. También nos indican los puntos de explotación dentro del yacimiento.
 NUESTRO ÚLTIMO HALLAZGO
 Muy cansados de tanto caminar, sacar fotografías y realizar anotaciones nos dirigimos a la playa cercana a comer y recuperarnos un poco. Pero allí nos encontramos con algo más. A unos metros de la salida de la galería del canal de desagüe apreciamos, a nivel de playa, algo muy interesante. Integrado en el acantilado hay una especie de túnel tapado parcialmente por las rocas, con la misma forma y medidas similares a las del tramo final de la galería de desagüe, además tiene las mismas marcas, resultado de su excavación mediante picos. Posiblemente se trate de la salida del canal dos.
 TERMINAMOS LA JORNADA 
Termina aquí nuestro camino siguiendo las huellas de los romanos. Aunque queda mucho aún que descubrir e investigar por parte de los arqueólogos, hemos conocido de primera mano una explotación minera del siglo II d.C. y recorrido sus partes más importantes: el lavadero, el canal de desagüe y su galería; hemos conocido los puntos de extracción y los efectos del método extractivo y hemos encontrado la salida del canal dos; hemos estado en uno de los centros de control de mercancías y nos hemos dado cuenta de la magnitud de esta labor extractiva y la organización que requería. Sin duda un interesante viaje que nos ha hecho volver al pasado y encontrarnos con la sociedad de la que provenimos.
Redacción: Jesús Fernández López 

Investigación: Jesús Fernández López y Daniel Díaz Carrera.

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